Historia del Ballet en Chile

Historia del Ballet en Chile

"del Principal al Municipal"

Un banco en pleno Paseo Ahumada con Bombero Ossa es lo que queda hoy del primer escenario de  ballet en chile. allí se ubicaba el Teatro Principal, donde para fascinación de los santiaginos de la época se presentó, en 1850, la primera compañía de danzas que vino al país; un grupo francés conocido como M.Poncot cuyas atracciones eran las solistas Dimier y Solidini.

El ir y venir de la gente reemplaza las coreografías; y el grito de los ambulantes, a la música que cautivó al  público maravillado por el espectáculo. seis años tuvieron que pasar para que otro elenco, también de europa,  los roussets, trajera a este lejano lugar todo el romanticismo de Gselle.E stos fogonazos de amor y ballet,  duraron poco y hubo que esperar hasta principios de siglo para que la sociedad de la época aplaudiera a la Pavlova,   la mítica Ana Pavlova que en su mejor momento y en plena guerra (1917) se desplazara por el escenario del Teatro Municipal.

Su interpretación de la "Muerte del cisne", es parte de una leyenda.` se habla de sus imperceptibles movimientos de cadera y brazos que como un aleteo estremecido y doloroso, hacían, delirar a los asistentes. el público esperaba con  ansias este momento. Al año siguiente, en 1918, también viajó por estos lados acompañada del bailarín Jan Kaweski a quien no le costó acostumbrarse a los aires santiaguinos quedándose en Chile. Formó la primera escuela de danza en 1921,  transformándose en el primer maestro.Mi entras destacadas alumnas egresaban como solistas y formaban academias en distintos puntos del país, otros profesores se asomaban trayendo la técnica y el entusiasmo.  Doreen Young, pupila de Astafieva, llegó a ser maestra de baile.Y así pasaron los años entre aprendizaje y  espectáculos, porque también cumplió la anunciada gira la compañía Original Ballets Russes de Montecarlo del  Coronel Basil, conocida en todo el mundo por su repertorio clásico.

Nace el ballet

Desde la perspectiva de la historia del ballet en Chile, el más  importante de todos los visitantes fue Kurt Jooss, cuya fama había trascendido por La mesa verde, su notable  coreografía, antibélica, con todos los elementos de la danza moderna y que había presentado en un concurso internacional en  París.

La compañía dejó además de la mejor de las impresiones, a destacados bailarines: Ernest Uthoff y Lola  Botka, marido y mujer, y a Rudolf Pescht y Andrée Haas.


Desde la perspectiva de la historia del ballet en Chile, el más  importante de todos los visitantes fue  Kurt Joos cuya fama había trascendido por la mesa verde, su notable  coreografía, antibélica, con todos los elementos de la danza moderna y que había presentado en un concurso internacional en  parís.

La compañía dejó además de la mejor de las impresiones, a destacados bailarines: Ernest Uthoff y Lola  Botka, marido y mujer, y a Rudolf Pescht y Andrée Haas.
Rl 15 de agosto de 1945 nace la primera compañía de danza de Chile con el nombre de Ballet Nacional  Chileno, hoy también conocida como BANCH.

Tan encantados quedaron que prometieron volver en  cuanto terminara la gira. Les gustó este país, su gente y la oportunidad de poder desarrollar el ballet.
En  1942 cumplieron su promesa y se radicaron en Santiago. Ernest Uthoff creó una Escuela de baile con el  respaldo de la Universidad de Chile. Junto a Lola, su mujer, y las otras dos figuras de la compañía de Kurt Jooss,  enseñaron con la perspectiva del expresionismo alemán. La Escuela formó bailarines y el mismo elenco de  alumnos preparó funciones. Tan profesionales eran, que el maestroUthoff pensó que había llegado el momento de crear un grupo  estable

El 15 de agosto de 1945 nace la primera compañía de danza de Chile con el nombre de Ballet Nacional  Chileno.
Coppelia de Leo Delibes, con la coreografía de Uthoff, marcó el comienzo de una historia del  ballet que hasta ese momento pertenecía a elencos extranjeros o academias  privadas. Coreografías del director y su maestro, se sucedían en las temporadas realizadas en el Teatro Municipal  primero (hasta 1957), y Teatro Victoria después; el mismo Victoria de calle Huérfanos que acogió a las grandes  vedettes del Lido de París cuando allí brillaban las luces del Bim Bam Bum, hoy convertido en un shopping center.Aún faltaban otros protagonistas.

Y ellos golpearon las puertas chilenas al término de la guerra. Vadim  Sulima, ex bailarín del Kirov y Bolshoi, cruzó junto a Nina, su mujer y partenaire, la frontera de la  entonces URSS, actuando en diversos países europeos. Actuaron para los ejércitos norteamericanos y fue un oficial el  que les preguntó al finalizar el conflicto bélico si querían volver a su patria; ellos habían nacido en Ucrania. Se  negaron, pero no tenían dónde ir, tampoco dinero y viajaban junto a sus ancianos padres.

El oficial que había  estado en Chile les habló de este país pequeño y lejano, con gente simpática, un clima agradable y una hermosa  cordillera. Hicieron rápidamente los trámites y llegaron en el segundo grupo de refugiados, eligiendo Chile como su casa  definitiva.
Nacionalizado chileno el mismo año de su llegada, 1949, creó el Ballet Clásico Nacional. El debut en  el Teatro Municipal, con El lago de los cisnes, impresionó de tal manera a los asistentes que el alcalde de la  época, José Santos Salas, le ofreció un lugar espacioso en el tercer piso para la Compañía y Escuela. Al año  siguiente inició sus actividades, dedicándose a cumplir con las temporadas que se había prometido.

En 1952 hizo  su entrada al mundo del ballet chileno Madame Poliakova, una bailarina rusa que trajo el estilo y la  forma del clasisismo. Con rigor y excelencia se impuso y traspasó sus conocimientos, uniformando de gracia a  las bailarinas chilenas. Bajo el alero de la Universidad de Chile, uno, y la Municipalidad de Santiago, el  otro, las compañías se empeñaban en una tarea que iba más allá del ballet-espectáculo.Buscaron nuevos públicos en las poblaciones, sindicatos, escuelas. La idea era difundir la danza a todos los  sectores. Una vez conseguido este objetivo hicieron maletas y volaron al extranjero.Aplausos y elogios: el mejor  premio para un artista.

DISCIPULO Y MAESTRO

Casi una década había pasado del nacimiento de la primera  compañía cuando surge otro nombre y otro elenco. Octavio Cintolesi, discípulo de Ernest Uthoff, que volvía a  Chile en 1958 luego de haber pasado por los escenarios de Francia, Italia, Alemania y Yugoslavia. Cintolesi  venía con todas las ansias. Su experiencia en el elenco de la Universidad de Chile y en el extranjero lo habían  ncentivado a tener su propia compañía. Los sacrificados ensayos en el subterráneo de un edificio en  Almirante Montt 435, una pequeña calle sin salida de Monjitas cerca del Cerro Santa  Lucía, lo obligaron a buscar con urgencia un espacio.

Había llegado la hora, pensaba, de ser el protagonista  principal. Con una compañía distinta. Ni tan moderna, ni tan clásica, sino con un estilo diferente y una forma de  expresión novedosa. Si no resultaba estaba dispuesto a bailar en las calles. Total antes de ser bailarín había sido  obrero, chofer de taxi y actor de teatro. La suerte no demoró en llegar, y apareció un grupo de personas dispuestas a  ayudarlos, apoyados por Mónica Bordeu. Luego, a través del regidor de esos años Osvaldo Márquez, presidente de  la Comisión de espectáculos y difusión cultural, consiguió una sala de parte de la Municipalidad de Santiago.
El Teatro Municipal abre sus puertas y el Ballet de Arte Moderno (BAM) tiene el 13 de abril de 1959 teatro, orquesta, sala de ensayo y una primera subvención de un millón  y medio de pesos. Rápidamente manda a buscar a la hermosa bailarina yugoslava de 20 años Irena Milovan, que debuta como primera figura. Fue su segunda esposa. El sueño comienza a concretarse.

Con la presencia de  Jorge Alessandri en el palco presidencial, y en una función a beneficio de las obras sociales de la Población San Gregorio, debuta la nueva Compañía, el BAM, que fuera el inicio del Ballet de Santiago en un proceso que demoró  más de 20 años. El grupo de Cintolesi realizó en seis meses 50 funciones, gran parte de ellas para sindicatos,  poblaciones y participación en la Temporada Lírica Oficial. El trato dejó a todos contentos, y el BAM ya tenía el  camino señalado.

El Ballet concerto con música de Vivaldi fue el primer título. Importante, porque no solamente  significaba el debut de la Compañía y el comienzo de uno de los cuerpos estables, sino la reinauguración del  Teatro Municipal. Para celebrar el Centenario, el 18 de septiembre de 1957, los directivos decidieron arreglar las  butacas y la cúpula.

Se guardó la lámpara en el Palacio Cousiño donde se revisaron las 88 ampolletas y limpiaron las  lágrimas, los conciertos se hacían en el cine Central y cuando llegó el momento de los festejos faltaron  varios detalles. Por este motivo se volvió a cerrar. En1959 lucía flamante.La Orquesta Filarmónica, a cargo del maestro Juan Matteucci,  sonó imponente ese día miércoles de junio de 1959 cuando las impecables e imponentes cortinas se abrieron, marcando otro hito en la historia del ballet en Chile.

Ese día fue el comienzo de un romance más serio entre el Municipal y el BAM. Su director argumentó que para elevar la tradición balletómana sería de gran utilidad traer a  maestros de baile y coreógrafos. Encontró eco y se le dio el pase. Nicolás Beriossoff preparó con coreografía de Fokine Las sílfides en un remontaje especial para la compañía. Fue un examen nada fácil que el grupo pasó sin  problemas, porque el maestro invitado determinó que los bailarines estaban capacitados para acompañar a dos grandes  figuras de la danza contemporánea: Margot Fonteyn y Michael Somes.

La magnífica Fonteyn vino por primera vez en 1960, junto a su partenaire, dejandoa todos los asistentes maravillados por su técnica y  virtuosismo. El otro maestro invitado fue Roger Fenonjois y enseguida Margaret Dale, ex bailarina del Royal Ballet de  Londres que se sintió como en su casa junto al elenco de Cintolesi. Todavía se recuerda su creación, como coreógrafa, de Coppelia y la versión completa de Giselle. Los tres repartos que presentaron  este último ballet fueron: Swanilda (Xenia Zarkova, Irena Milovan y Bessy Calderón); Franz (Fernando  Cortizo, Patricio Guiloff y Raúl Galleguillos); Dr. Coppelius (Octavio Cintolessi, Willy Maurer y Paco Mairena).  Paco Mairena no solamente fue un destacado alumno de Sulima y elogiado intérprete de baile español. En el  momento de recordar coreografías importantes y diferentes aparece su nombre, y El amor brujo emerge como su  primer triunfo.

El bailarín llevaría luego sus conocimientos y técnica a la televisión, dando categoría a los  musicales con sus espectaculares coreografíasA la actuación de la magistral Margot Fonteyn hay que sumar la  de Tamara Toumanova que en 1962 hizo una recreación memorable de Giselle. Aquí estaba  cuando por los mismos días apareció en las bambalinas Serge Lifar, quien fuera por 26 años director de la Ópera de París. En 1938 habían protagonizado juntos el mismo ballet. Serge Lifar viajó  desde el Colón de Buenos Aires para preparar el montaje en el Teatro Municipal, invitado por el BAM, de Aubade..Su  presencia causó doble impacto.

Por su posición dentro del ballet en el mundo y por el duelo  con  el Marqués de Cuevas, que se inició como unabroma y malentendido por un ballet y terminó  con el brazo ensangrentado del bailarín y el desmayo del Marqués que, al verlo, pensó que te  había dado muerte. Serge Lifar ofreció además comentadas charlas graficadas «en vivo» en el  Salón Filarmónico. El tema se refería a la evolución técnica de la danza y sus modelos eran  Irena Milovan, Fernando Cortizo y Juan Giuliano. El año 1965 Octavio Cintolesi decidió regresar a  Europa. El BAM quedó a cargo de Charles Dickson. En este período se montaron Giselle y La  cenicienta.

Los dos años que siguieron (1968 y 1969) la compañía fue tomada por el maestro  británico Norman Dixon y la ex bailarina de Uthoff, y primera esposa de Cintolesi,Blanchette Hermansen. De esa época se recuerda la versión de Cascanueces. A fines de los sesenta y  comienzos de los setenta, el éxodo de las primeras figuras y solistas era dramático. Elba Rey,  Edgardo Hartley, Jaime Pinto Riveros, Xenia Zarkova, Sergio Zúñiga, Fernando Cortizo, tenían otras   metas. Unos en Europa, otros e Sudáfrica. En 1970 y 1971, la lituana Genovaite Sabaliuskaite  dirigió el elenco del Ballet Municipal.Su gran estreno fue el segundo acto de Cascanueces.

Ese año 1970 la compañía cambió nuevamente de nombre. Ya no era BAM ni Ballet Municipal, sino Ballet del Teatro Municipal. En 1972 y 1973, Alexander Prokofiev, maestro ruso, se dedicó a preparar varias coreografías. La danza de las espadas tuvo buena acogida. Blanchette Hermansen volvió el año 1974. Y ese año marcó el regreso de la notable Margot Fonteyn que ofreció junto a Heinz BoIz una velada emocionante con el pas de deux de La bella durmiente y el del balcón de Romeo y Julieta. La estrella de la danza fue una Julieta sublime.

Desde septiembre de 1975 hasta 1979 Rosario Llansol, primera bailarina de la Compañía(nacida den España) se mantuvo al frente de un grupo que con mística se mantenía de pie. Importante fue la decisión de traer desde el Colón de Buenos Aires a Rubén Chayán, un excelente bailarín que se quedó hasta 1982 mostrando su talento. Gran persona y artista, sus grandes momentos fueron con El niño brujo y el tercer acto de Raymonda.

Rosario Llansol deja el mando a Octavio Cintolesi que de regreso en Chile toma otra vez el elenco. Vinieron algunos coreógrafos y bailarines.

El escenario ya lucía otros rostros y nuevos talentos. Berthica Prieto (American Ballet Theatre) y Sara Nieto (Sodre -  Ballet Nacional de Uruguay) comenzaban a imponerse.

Entre los bailarines de primer nivel sobresalía Rubén Chayan.


Sara Nieto se convertiría con el tiempo en  la bailarina símbolo de la Compañía, siendo nombrada en 1996 Primera Bailarina Estrella, tíltulo honorífico creado por primera vez en el Ballet de Santiago y en Sudamérica.

Ese fin de año fue brillante con la presentación de Giselle y los pas de deuxde Eva Evdokimova y Alexander Godunov en los roles de Giselle y Albrecht; y Sara Nieto y Rubén Chayán en el de los aldeanos.En julio de 1981 el director volvió a partir.

Luz Lorca, criada en la Escuela y discípula de Cintolesi, se hace cargo en forma interina de la compañía.Como la temporada lírica estaba en su momento, la prioridad de la directora fue preparar laparticipación del Ballet en las distintas óperas. Las visitas ese año no faltaron. Volvieron después de un año de su primera actuación los famosos bailarines rusos, emigrados de la URSS, Valentina y Leonid Koslov y montaron por primera vez en Chile el ballet completo de El lago de los cisnes.

El año 1982 sorprende al Teatro Municipal y a la Corporación Cultural buscando un director para que en forma definitiva coloque al Ballet en el buen lugar que hasta ese momento tenían otros cuerpos estables.

Entre todos los nombres, surge uno: Iván Nagy,quien se haría cargo de la Compañía entre 1982 y 1986

Fue una época de gran desarrollo, tanto en lo técnico como en lo artístico.

Grandes estrenos (más de 30 en 5 años, 15 de ellos obras completas, un repertorio que nunca se había soñado , incluyendo todos los grandes clásicos y coreógrafos que nunca habían visitado Chile

La gestión de Nagy promovió las giras al exterior, que incluyeron Buenos Aires, Montevideo, Lima, llegando incluso a Nueva York, marcando el hito de ser la primera compañía de Ballet Sudamericana que llegaba a esa ciudad.

A Nagy lo sucedieron Dennis Poole, del Houston Ballet,entre 1987 y 1988.Imre Dosza.,del Ballet de Hungrìa,entre 1989 y 1990. Luz Lorca, durante 1992.
Entre 1993 y 1995
Marcia Haydée, la gran bailarina de John Cranko, y una de las más grandes de la historia del ballet.Marcia Haydée compartió la dirección de Stuttgart con el Ballet de Santiago.

Durante esta última década continúan los grandes Estrenos y el Teatro Municipal tiene en el Ballet de Santiago a su máximo exponente artístico y el gran convocador de público.
Se realizan giras a España. Hungría, Alemania.
Durante la gestión de MArcia Haydée se produce una estrecha vinculación con el Ballet de Stuttgart, incorporando varias obras de su repertorio y con un intenso intercambjo de artistas.
El Ballet de Santiago se convierte en la Compañía con más obras de John Cranko fuera del Ballet de Stutgart.

En 1996 se produce el regreso de Ivan Nagy ,por un perído de cuatro años, sin obtener, por diversas razones el éxito rotundo de su primera gestión.

A partir del 2000 el colombiano,Ricardo Bustamante, ex primer bailarin del American Ballet Theatre y ex Director del Ballet del Teatro Colón de Buenos Aires toma la dirección. Incorporando nuevas coreografías como El Corsario.

En el 2004 asume nuevamente la dirección del Ballet de Santiago, Marcia  Haydée. Entre sus metas está la de incorporar sus coreografías, muchas de ellas creadas especialmente para esta compañía.

Por su parte, en la década del 80 el Ballet Nacional Chileno tiene por primera vez unTeatro propio, el ex Baquedano, actual Teatro de la Universidad de Chile, bajo la dirección de una ex bailarina de Uhtoff: Maritza Parada, y comienza un gran auge de esta compañía.
Aumentan sus funciones y reviven gran parte del repertorio de su épca de oro, incorporando a los nuevos coreógrafos nacionales,así como un nutrido repertorio de los argentinos Oscar Araiz y Mauricio Wainro

En 1996 toma la dirección el ex primer bailarín del Ballet de Santiago Edgardo Hartley. Mientras por su parte Maritza Parada toma la Dirección General del Teatro dependiente de la Universidad de Chile.
En el año 2001 asume la Dirección del Ballet Nacional Chileno el afamado coreógrafo Gigi Cacileanu, quien ya había montado exitosas obras para esta compañía como "Mozartísimo y "Las cuatro estaciones".
Crea corografías especialmente para el Ballet Nacional Chileno (Banch), con referentes a la música y el arte chileno. Todas con gran éxito, brindándole al Banch las posibilidades de estrenos mundiales con raíces chilenas El Ballet Nacional renace con una gran receptividad de público

La última década del siglo XX se encuentra con un gran impulso de las compañias independientes, en su casi totalidad dedicadas a la danza contemporánea.El proyecto Fondart es fundamental en este paso.En materia de danza contemporána, en la década de los '90 hay un gran desarrollo, con mucha actividad y la aparición de jóvenes talentos coreógrafos, quienes en su mayoría realizan cursos de perfeccionamiento en el exterior.
Se destacan Isabel Croxatto, Elizabeth Rodriguez, Nelson Avilés, Luis Eduardo Araneda, Beatriz Alcalde, junto a Karen Connoly, Vicky Larrain, Magaly Rivano. entre muchos otros

 

 

 
 
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                       

 

 

 

                                                                   
 

 

 

 

 

                                       

 

 
 
 

 

 

 

                                                       

 

 

 

 

     

 

           
             

 


 

 

 

                                                                               

 

 

                   

 

 
                                   

 

 

 

     

 

 

 

 

 

 

                                                                                                             
 
 
 
 
 

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